Tocado y hundido, cabrones (Xavi)

Ayer he servido los canapés más amargos que puedan imaginarse. Me ha tocado ser testigo de la tragedia y acompañar el duelo de Jonás por lo que creía una amistad y un trabajo con porvenir. Como hoy es incapaz de hablar, y sólo querría que se lo tragara la tierra, os lo cuento yo que, cosas del destino, me tocó vivirlo muy cerca, ya veréis cómo.

Ayer me tocaba currar con el catering, ya sabéis que son días contados pero bien pagados: recepciones y fiestas de gente importante, la mía es una agencia muy chic. Y ayer lo era, digo que si lo era: los arquitectos del estudio en el que curra Jonás daban un cóctel para sus amigos y clientes, creo que habían ganado un concurso internacional o simplemente querían tirarse el moco con los políticos y gente de dinero.

Allí estaba yo, de camarero, y Jonás de anfitrión, o eso se sentía él. Yo más bien diría que de asistente último de la cadena donde ya se creía alguien. El jueguecito de Danae y Tomás llevaba meses haciéndole sentir indispensable, amigo y casi que iba a heredar esa empresa. ¡La de horas que le ha echado a esas prácticas sin contrato... por las que aún no ha cobrado nada!

Al final, resulta que los dos pijitos querían jugar con el muchacho, sacarle la cera de los oídos y, si aun se dejaba, que le hiciera un trabajito al Tomás, que está muy interesado en pillar cacho, pero incapaz de encontrarlo en la calle. Vamos, que entre la Danae y él le habían organizado un trío para que Tomás probara... en plena fiesta. Lo más fuerte: que como Jonás se negó a esa encerrona, le montaron un numerito de humillación y chantaje delante de algunas personas.

Llego a verlo y me lío a ostias allí mismo, aunque hubiera perdido el curro, se enteran. 

Sí pude ver la cara de Jonás, la descomposición con que salió del edificio. Ya veis: Jonás, tan frío y calculador, el de los nervios de acero y la mira puesta en su objetivo, puede romperse. Es más frágil de lo que parece y anoche se nos rompió. Desde entonces estoy tratando de pegar los pedazos, aunque eso es algo que sólo podrá hacer él cuando decida recomponerse. Ahora mismo sigue sin darse valor, qué paradoja, casi creyéndose las palabras hirientes que Tomás y, sobre todo, Danae le clavaron en el corazón. Menudos hijosdeputa: sabían bien dónde atacarle... y lo hicieron.

Es curioso que él, que tanto se lo ha currado para conseguir ser Jonás, dude ahora de sí mismo. Desprecie su pasión: la Arquitectura, y piense que no tiene capacidad, ni cabeza... y que no tendrá acceso al lugar que le corresponde. El lugar donde tenía que estar él, y no esos niñatos ricos que sólo disfrutan humillando a la gente normal.

Se me ocurren muchas frases de esas sobre el corazón, el orgullo... pero es que las heridas en ese músculo parece que duelen más, y solo se sanan con más amor. Yo se lo estoy dando, y sé que vosotros también, y más cuando paseis por casa de Andrea, nuestro nidito de amor... ahora sólo queda que Jonás se quiera a sí mismo, para que empecemos desde un punto nuevo... y para arriba!