Cuantas cosas, qué subidón de semana. En un plisplas he pasado de camarero a casi arquitecto, bueno, ayudante del último mono, pero voy a subir rápido. Ya noto que les gusto y me lo estoy currando. Eso sí, son jornadas eternas ¡y yo me quejaba de la cafetería!
Menuda suerte he tenido conociendo a Danae y Tomás justo en este momento. Me mola su rollo y el mundo que se me ha abierto de repente. Qué gustazo ir a todo plan. Sólo me da un poco de apuro el que te lo paguen todo. Pero es que el dinero se me va de las manos y todavía ni siquiera sé cuánto me pagarán por las prácticas (no quiero mosquearme pero todos los días me prometen el contrato...)
La única pena: que a Xavi las cosas se le hayan puesto crudas... quién lo iba a decir, con lo bueno que es para resolverlo todo. Empieza a decirme que igual se vuelve de Londres... y se vendría aquí conmigo.
Claro que me hace ilusión, pero en este momento sería un marrón: apenas paro, ni tiempo para estudiar, sólo trabajo... y en casa el marrón de mi abuelo, menudo coñazo, y de mis padres ni hablo.
Nunca imaginé que los mejores regalos de la vida llegaran con tanto lío, tanto...que ni tiempo tengo para disfrutarlos